El impacto es directo en su pecho, frio como una daga de hielo, su cara se inyecta de sangre producto de la comprensión de su corazón. Desde el momento en que el arma detonó el tiempo se hizo cada vez más lento, puede ver la bala acercarse y las gotas de agua estallar en su recorrido. Durante un breve instante su pecho estuvo unido a su mano a través de una macabra estela dejada por el proyectil. La fuerza del impacto lo separa sutilmente del suelo, sus músculos se tensan involuntariamente dejando escapar una bala al cielo, estallido que reemplaza el grito que encierra en su boca hermética.
Sus verdes ojos como esmeraldas cruzan el gris paisaje de la ciudad hasta sus sinceras y despistadas pupilas. En ese preciso instante siente como sus latidos se apagan dejando de paso un desesperante vacío hasta ahora ignorado por él. Quizás son unos pocos segundos en que no existe nada mas que aquella mirada profunda entre dos desconocidos pero para él son intensos minutos cargados de misterio y un extraño miedo que lo obliga a esconderse de esos ojos y desaparecer entre la multitud.
Su trabajo es desaparecer, es una sombra, un hombre sin rostro, sin historia, sin familia. Se dedica a asesorar a particulares para protegerse a si mismo, sus inversiones, su gente. Por temporadas cortas hace de guardaespaldas y luego de cumplir su contrato, recibir el dinero y vuelve a desaparecer entre las sombras de la ciudad. Entre la gente que lo busca se corre la voz de que es un asesino, un mercenario, un loco, incluso otros aventuran alternativas mas surrealistas: Que es un fantasma. El tema es que por mucho que lo busquen, siempre es Él quien te encuentra.
Se encuentra en silencio, su casa es un lugar oscuro lejos del ruido de la ciudad, las sombras lo mantienen fresco. Quizas una guarida, tal vez solo un cuartucho de algún viejo departamento... Su hogar, secreto a los ojos de los cobradores de impuestos, correo, evangelicos, etc... Su casa.
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