lunes, octubre 27, 2014

Regresando

Mi mente se estanca en la rutina. Cientos de ideas me despertaban cada mañana. Los sueños nocturnos cada vez mas locos y mas lucidos. Era tiempo de remover las telarañas y volver a crear. Quien sabe lo que vaya a publicar, dudo que sea algo siquiera coherente... De todos modos, gracias por pasar por aqui, espero disfrutes lo que encuentres.

Bienvenidos a la Cacería.

Un café entre las sombras


Mira sus pies avanzar por la sucia acera. Cada detalle del pavimento llama su atención, cada piedrecilla inscrustada en ese éter gris llenan su mente de pensamientos inocuos e infructíferos. Su mente navega de idea en idea, vaga por los universos conocidos y por conocer. Mira sus pies ponerse una y cien veces delante del otro, observa su sombra imitarlo como una extraña copia atrapada en un mundo bidimensional. El sol de la tarde estira a su gemelo por toda superficie, crece y se achica según lo determina su entorno. El no se siente solo cuando mira su sombra, ni cuando mira sus pies, ni cuando abraza a su novia. El nunca esta solo, siempre hay alguien o algo con quien compartir aquellas ideas que rápidamente olvida. ¿Cuántas veces habrá pensado lo mismo creyendo que su idea es nueva? Preguntas así sacan incomodas sonrisas de su rostro sereno. Las piedras del camino, sus pies, su sombra, el sol, la luna que se asoma entre la cordillera. El camino rayado por el contraste crepuscular como una malla siniestra que funde al mundo lentamente a la oscuridad. Piensa en esa foto mental que captura con sus ojos y que lamenta no poder compartir, un encuandre maravilloso que sería premiado y elogiado por todos… Vuelve a sonreir, su mundo es perfecto.

La ciudad se extiende en largas sombras a medida que el astro encuentra su cobijo entre los cerros. El tibio viento lo envuelve en fantasías de tardes de verano, de carpas, fogatas y bosques. Su mente estalla en recuerdos de aquellas jornadas de juegos y canciones. De violencia y romance. Tardes de niño, joven y adulto.
  Un escalfrío lo saca de un tirón de aquel en sueño.  Detiene sus pasos en seco, levanta su mirada, respira hondo. El sol desaparece entre las sombras, la oscuridad lo abraza y el calor de la primavera emergente huye junto a las aves. Los graznidos de los pajaros asustados dan la cuota de terror restante. Delante suyo se encuentra su casa, cruzando la calle, la misma avenida que lo ha observado crecer durante toda su vida. Ahí, silenciosa y acogedora se encuentra aquella caja de recuerdos bien guardados. Sus luces apagadas dan la sensación de descanso, la casa duerme… Un sueño que no es natural. El lo sabe, la casa ha sido dormida. Por eso el escalofrio, algo ha cambiado. El camino, las piedras, la sombra, el sol, la luna… Nada esta en su lugar. El tiempo ha dado una pausa. El viento no existe, el ruido es solo un recuerdo. El mundo se ha paralizado y el puede percibirlo. El cielo es naranjo, las nubes rojas, el aire perfumado huele a ciruelo. La oscuridad de la noche se ha detenido finalizado el crepúsculo. Las sombras como demonios congelados que tragaban la luz lo miran desde su negrura con ojos compasivos.  Teme moverse, respira con lentitud. Siente que si destruye esa calma, los relojes volverán a dar con su tic tac y con ello, se terminaría esa paz que gobernaba a su alrededor. Sus ojos buscan registrar ese momento mágico, su nariz trata de captar esos aromas que se desvanecen en cada inhalación. Quizas, es solo su imaginación la que le juega una simpática broma, un sueño lucido en plena conciencia. El tiempo sigue avanzando a su alrededor, es cosas de despertar… Pero al parecer no quiere despertar, su mirada demuestra que esta gozando este extraño momento. Su curiosidad aplasta su temor y decide dar un paso hacia su casa… Nada ocurre. Las piedrecillas son aplastadas por las gomas de sus zapatillas, arrastradas milímetros por la ruda superficie, mas el sonido jamas llegaría a sus oídos. Su rostro se ilumina, da otro paso y otro mas.  Su sombra se ha quedado pegada en su ultima posición. Se encuentra en medio de la avenida. No hay autos, no hay personas. La luna fría se asoma curiosa entre los picos andinos… Pero el universo se encuentra congelado. ¿Esta es acaso la muerte?... El miedo le borra su cara de niño. Quizas entre sus pensamientos e ideas algo ha sucedido y el mundo lo ha sacado de la realidad y solo ha quedado su sombra impregnada para siempre en los recuerdos de aquellos que llenaban su mente. ¿Esto es todo?... No hay tuneles de luz, no hay dolor, no hay gritos. Simplemente el tiempo te baja de su carro y quedas suspendido en el eterno episodio de tu ultimo recuerdo. El crepúsculo, coincidencia o escrito divino? A él le gusta el atardecer. La hora mágica, los aromas deliciosos de las tardes. La hierba y la tierra humeda, el aroma del humo de las fogatas, el mar bullicioso cantando sus nanas para dormir al mundo. Los grillos y sus coros junto a las cigarras. El punto intermedio entre el dia y la noche. Ese instante en que los enamorados declaran sus emociones, en que los amigos abrazan los recuerdos, en el que los padres admiran a sus hijos y los hijos agradecen a sus padres. El crepúsculo, ese momento intermedio en el que la magia es real y los sueños se clavan como recuerdos de actos reales… Ahí estaba él, entre la luz y la oscuridad. Entre el sol oculto y la luna emergente, embriagado del silencio… Por primera vez solo, completamente solo, sin pensamientos idiotas o vanales. La inseguridad supera a su miedo, no sabe a que temer. Quiere gritar pero no sabe como hacerlo. Quiere correr, pero no sabe a donde. Quiere llorar, pero no sabe por quien. Su tiempo se acabo, es por eso que el mundo se detuvo. Nadie le dijo cuanto le quedaba, siente rabia, se siente estafado por la realidad, odia al cura por mentiroso, odia a Dios y su inexistencia, odia no poder odiar lo que no existe… Se odia a si mismo por no haber levantado la cabeza antes.
 Vuelve su mirada a su sombra, quieta, inherte. Es todo lo que queda de él en el mundo de ayer. Lleva sus ojos a su casa, oscura, fría, tenebrosa. No quiere entrar ahí, el la conoce y sabe que los recuerdos que en ella se guardan lo harían quedarse para siempre ahí y el no quiere pasar su eternidad en un solo lugar… Teme no poder abrir la reja que la separa del mundo exterior y no poder acceder a todas esas imágenes y sensaciones que construyen su conciencia. Respira hondo, sus pulmones se llenan de aromas únicos y particulares, su cabeza revienta en buenos recuerdos, el mundo se llena de colores por un solo segundo, el universo se expanden en cientos y miles de espacios ocupados por su memoria. Abrazos, besos, risas, golpes, llantos, rabias, colores, aromas… Todo se agolpa en un chispazo brillante que encandila su mirada. Al devolver el aire al mundo, puede observar una silueta junto a la entrada de su casa. Sus ojos brillan en la negrura de su figura que recorta los rojizos rayos de sol que se cuelan entre las montañas. El lo mira inmóvil, ambos se miran en absoluto silencio, un cuadro monocromático es pintando sobre ellos. El universo paralizado pareciera que de repente ganase masa y todo el cosmos aplastara esa escena. ¿Frente a quien está? Su sombra se encuentra atrás inmóvil, el esta ahí sobre sus pies bajo su cabeza. Pero eso que custodia la puerta de su casa, quien es?... Dios?... El Otro?... Buda?... La muerte??... Es alguien o algo??... No se vé hostil, se ve tranquilo, frío, como todo lo que los rodea en ese instante. Mas que puede pasar?...
-Hola?
Pregunta a esa figura espectral quien responde con silencio el cuál es roto por el sonido del mecanismo de la chapa de la reja. Se pueden oir los cerrojos de acero liberar una puerta de la otra para posteriormente separarse lentamente acompañado de lastimero quejido de los metales mal lubricados. La puerta queda abierta. La extraña figura extiende una de sus manos señalando la entrada. Nuevamente una pausa que parece ser eterna…
… Levanta uno de sus pies e inicia una lenta caminata hacia su casa o lo que sea que simbolice aquella estructura sin alma. Al cruzar cerca del espectro este se desvanece apareciendo casi instantáneamente frente a él unos metros mas adelante, siempre oscuro, como si la luz lo esquivase al pasar por su cuerpo, solo sus ojos brillan en lo que parece ser su cabeza.  

 La puerta de su casa, envejecida por los años, la pintura descascarada, el pomo oxidado, el cristal ahumado por la tierra… El espectro a su espalda… Todo era tan siniestro que parecía no ser real, nada podría ser tan oscuro, tan triste, tan simple… Su vida no había sido así, sus recuerdos le gritaban que esto ni podía terminar así. Así que sonríe, da media vuelta y empuja la puerta con su mano…
-Sabes, soy un descortez, ¿Te tomas un café?
Una extraña curva de luz se dibuja bajo esas estrellas que brillaban como ojos en ese manto oscuro. La silueta le devolvía la sonrisa.

Fue imposible saber cuanto tiempo pasó, el sol y la luna seguían congelados en el firmamento. El hervidor saltó, las tazas se llenaron una y otra vez. El le mostraba sus fotos, sus videos, las fotos de sus hermanos, los recuerdos de sus padres. Le mostró la antorcha en su pieza, el mandala sobre su cabecera. Le conto acerca de sus cicatrices, se río de sus pies planos y de su meñique que no tocaba el piso. Fueron quien sabe cuantos años, cuantas tazas de café, de té, de jugo, de agua. Todo parecía eterno. No hubo recuerdo que no investigara, todo parecía volver a brillar. Finalmente, después de quien sabe cuantos siglos, el espectro deja la taza en la mesa resonado la losa por cada esquina de la fría morada. La cuchara queda tintineando unos breves instantes, era la primera vez que algo que no era un voz, sonaba. El ruido capta la atención del joven, siente que todo comienza a vibrar, puede notar el segundero del reloj de su cocina reactivar su marcha. Las hojas de los arboles se mecen lentamente. La sombra se pone de pie, acomoda la silla. El lo sigue con la mirada. El espectro abre la puerta inundando la habitación con aquella luz anaranjada propia del atardecer. La oscura silueta recortada por la luz tenue de la tarde da media vuelta, hace una pequeña reverencia y con una voz que sonaba desde todos lados dice:
-Gracias por la Once.
Y se retira. El mundo pareciera que fuese a colapsar, todo vibra, los colores se precipitan unos contra otros tratando de recuperar el tiempo perdido. El segundero se desliza medio camino hasta antes del segundo. El piso absorbe sus pies engulléndolo con voracidad, el universo se fractura y cae junto a el en una espiral de miedo…

… Detiene sus pasos frente a su casa, sube la mirada. Una micro le corta la vista de su casa, con sus luces encendidas y sus colores brillantes. El sol desaparece entre la cordillera. La luz anaranjada se desvanece dejando el camino libre a las estrellas.

-¿En que piensas?

 Su voz es como un cuerda que se le amarra al tobillo y lo arrastra de vuelta a otro universo. Una nueva o una antigua realidad que no es capaz de recordar… Solo sabe que ahí se esta bien.

El sol aun no se esconde entre tras la ciudad.

-Hola?... Despierta!!

Un par de pestañeos para caer finalmente en su plano. Ella lo mira con cara de pregunta. El sacude su cabeza y se ríe.

-¿Qué onda, a donde te fuiste?

El la besa, la abraza…

-¿En que estabas pensando?

El saborea la pregunta… ¿En que estaba pensando?... Donde estaba??...  Y responde.

- Mas allá del ocaso, tomando un café. Nos vemos mañana.

El parte su camino mirando sus pies, su sombra y las piedras incrustadas en el pavimento.


FIN.

Historias inconclusas

En mis brazos.

El impacto es directo en su pecho, frio como una daga de hielo, su cara se inyecta de sangre producto de la comprensión de su corazón. Desde el momento en que el arma detonó el tiempo se hizo cada vez más lento, puede ver la bala acercarse y las gotas de agua estallar en su recorrido. Durante un breve instante su pecho estuvo unido a su mano a través de una macabra estela dejada por el proyectil. La fuerza del impacto lo separa sutilmente del suelo, sus músculos se tensan involuntariamente dejando escapar una bala al cielo, estallido que reemplaza el grito que encierra en su boca hermética.

Sus verdes ojos como esmeraldas cruzan el gris paisaje de la ciudad hasta sus sinceras y despistadas pupilas. En ese preciso instante siente como sus latidos se apagan dejando de paso un desesperante vacío hasta ahora ignorado por él. Quizás son unos pocos segundos en que no existe nada mas que aquella mirada profunda entre dos desconocidos pero para él son intensos minutos cargados de misterio y un extraño miedo que lo obliga a esconderse de esos ojos y desaparecer entre la multitud.
Su trabajo es desaparecer, es una sombra, un hombre sin rostro, sin historia, sin familia. Se dedica a asesorar a particulares para protegerse a si mismo, sus inversiones, su gente. Por temporadas cortas hace de guardaespaldas y luego de cumplir su contrato, recibir el dinero y vuelve a desaparecer entre las sombras de la ciudad. Entre la gente que lo busca se corre la voz de que es un asesino, un mercenario, un loco, incluso otros aventuran alternativas mas surrealistas: Que es un fantasma. El tema es que por mucho que lo busquen, siempre es Él quien te encuentra.
Se encuentra en silencio, su casa es un lugar oscuro lejos del ruido de la ciudad, las sombras lo mantienen fresco. Quizas una guarida, tal vez solo un cuartucho de algún viejo departamento... Su hogar, secreto a los ojos de los cobradores de impuestos, correo, evangelicos, etc... Su casa.