Tan solo un Cobarde
Me levanto, es hora de ir a trabajar. Salgo de mi cama, me pongo el uniforme, abrocho hasta el ultimo botón, cierro el cinturón y con unos zapatos lustrosos bajo las escalera. Tomo mi mochila de encima de la mesa, me encuentro con mi madre quien me abraza con un extraño cariño, logro sentir una lagrima estrecharse en contra mi mejilla… Siente un punzón en mi pecho, lo ignoro y salgo de mi casa. El cielo esta oscuro, el alba aun no ha llegado, con paso seguro me dirijo a mi colegio, si prisa ni calma. Me detengo en una esquina, la luz de los focos de la gran avenida iluminan una pequeña sección de aquel lugar, el vaho se refleja con los focos amarillos, si, hace frió… bastante frió.
Espero, algo estoy esperando, mis ojos buscan el cielo oscuro que apoco empieza a entonar un suave color celeste. De repente, de entre las penumbras 4 figuras aparecen y se juntan conmigo, sus rostros me son cercanos, esto era lo que esperaba. Uno de ellos carga un bolso rojo, lo arroja en el suelo y un sin fin de metales chocan entre si, la sonrisa del tipo del bolso rasga el velo de oscuridad que abundaba en el área, esa oscuridad que los focos no logran romper, una sombra surrealista que ocultaba su rostro y que aun así me permitía verlo. El sonido del cierre quiebra el silencio y ante mis ojos se despliega la mayor cantidad de armas vista en mi vida, una sonrisa invade mi rostro la cual inmediatamente se refleja en mis compañeros. Luego, de un bolso negro emergen unos pañolones de igual color y unos uniformes medio militares color verde oscuro. Pequeños murmullos nacían en el ínter tanto. El cielo sigue oscuro.
Los cinco emprendemos el camino hacia el establecimiento, yo encabezo al grupo, a mi lado se encuentran 2 viejos amigos armados con sus rifles y uniformados con elegancia, mas atrás nos seguían otros antiguos compañeros quienes vestían de igual manera. En este punto creo que es necesario distinguir a mis camaradas con nombres en clave, si, se que si lo piensan un poco los reconocerán con facilidad, el tipo del bolso le llamare Gaspar y al sujeto que entrego los pañolones Baltasar, seguidos por Alpha y Beta, ambos armados con unas metralletas livianas.
Entramos al colegio, el inspector nos divisa, se acerca a paso raudo, no lo tomo en cuenta, alpha y beta salen de la formación, seguido logro oír unos disparos. Continuo mi caminar firme y decidido, empiezo a transpirar en frió, los ojos de los profesores son como dagas que intentan degollarme, pero nadie hace nada.
Cruzamos el pasillo, llegamos al patio, ningún alumno se percata de nuestra presencia, sumidos en sus reproductores de músicas, aislados en su mundo de basura, dejan pasar a 5 tipos armados por entre ellos, chocando a ratos sin siquiera voltear para ver que les golpeo.
Llegamos al frente del casino, mis manos arden, pero se que empuñadas queman. Nos detenemos enfrente un grupo de muchachos que conversan alegremente sobre sus aventuras sexuales y sus prácticas poco honorables, una chica habla con ellos, la conozco, en sus venas corre sangre, sangre que corre por las de su padre, la misma que corre por las de mi madre y que por ende recorren en alguna cantidad por las mías. Nos mira, nuestros ojos se cruzan, los suyos se humedecen, se acerca a unos de los muchachos y le besa la mejilla. Esa era la señal, estaba todo decidido, aquel bastardo estaba ante mis ojos, la rata infectada se encuentra acorralada, el virus esta aislado y el desinfectante cae en mis manos. Me acerco con paso firme, mi mano suelta el rifle y se posiciona por detrás de su cuello, mis dedos apresan, sus rodillas flaquean y un chillido se escapa de su boca. Lo hago moverse, lo alejo del grupo ante las miradas atónitas de sus amigos, nadie se atreve hacer nada, están todos bajo cañón. Cuando ya se creía que finalmente eran todos unos cobardes, uno de ellos decide hacerse el héroe, sale de su estado de congelamiento y con gran velocidad se abalanza sobre mí… Grave error, la culata de Baltasar alcanza su rostro en rápido movimiento llenando de sangre nuestras ropas y esparciendo el suelo con sus piezas bucales, rápidamente Alpha saca su pistola, una 9 Mm., y acierta dos disparos, los 2 que lanzaba. El cuerpo deja de moverse y un charco nace bajo su vientre perforado.
El tipo esta hincado en el suelo, Beta lo tiene encañonado, mis manos me pican y antes de pensar, un impulso instintivo lleva mi mano cerrada como piedra a la mandíbula del apresado. Las baldosas de los lavamanos son salpicadas con grotescas gotas de una sangre negra. Su cabeza regresa al lugar, su hocico gotea… Las risas acompañan mi júbilo…
Empieza el interrogatorio, le sacamos todo lo que queríamos saber sin necesidad de golpe alguno ni técnicas de tortura, solo con el poder de la retórica y las armas. Si, empezaba a sentirse culpable por lo hecho, afirmaba que no era su intención, pero que tampoco figuraba en sus planes cambiar su estilo, rogaba por su vida cada vez que hablaba y era rápidamente silenciado con el mágico sonido del martillo preparándose para la percusión de la pistola de Gaspar, quien por lo demás se la acercaba a su cien gritando como desaforado.
Baltasar le contó nuestro planes que teníamos para evitar que tipo como el siguieran esparciendo su veneno por las chicas de nuestro planeta, que estábamos hartos que ensuciaran nuestros nombres y que aun así nadie les hiciese nada. Yo lo escuchaba con atención, siempre a sido un gusto escuchar al pedagógico y sensible de Baltasar sobre todo cuando entre sus líneas se cruzan fulminantes misiles cargados de odio.
La charla termina, Beta baja la pistola. El enemigo no se levanta, solo sube su rostro con su labio hinchado me mira a los ojos y tan solo basto que mencionara unas palabras para que mi corazón se hinchara, mi sangre ardiera, mis manos se cerraran y mi cerebro explotara.
C-O-B-A-R-D-E.
De inmediato se me vino a la mente la abusadora imagen. Si, le encontraba razón, en ese instante era un cobarde, un abusador, un corrupto… un cobarde. Una maldita criatura segada por el odio que sentía por su persona… Pero de inmediato recuerdo el por que, recuerdo lo que había hecho, el daño que había provocado en otros, en mi, y el daño que aun no provocaba. Lo miro con desprecio y en mi mente se aloja un pequeño proverbio “el fin justifica los medios”. Entiendo al fin como el estado, siendo el estado esta sociedad, siendo la sociedad la gente que lo compone… Si, la gente, mi gente. Pero no dejaba de tener razón, yo merecía descargar mis puños limpios en sus carnes, necesitaba desquitarme a la antigua dándole una gota de justicia a quien no la merecía… Boto mi rifle, mi pistola y el puñal, me quito lo guantes y empuño mis manos. Mis amigos miran le escena y deciden echarse hacia atrás. La rata se digna a levantarse. Lo pienso de nuevo, estaba perdido, el era mas joven y rápido que yo, estoy perdido, ya no entreno como antes, soy solo una bosta enfadada con ganas de seguir comiendo… soy un viejo acabado, pero acabare luchando.
Ahí estábamos, nos mirábamos a los ojos, sentía cada latido en mis sienes, cada respiro, listo para golpear, listo para liberar mi odio en aquel baño, listo para…
… Solo vi una masa golpearme la cara, mi cuello cruje con rudeza, mi nariz es partida en varias partes, tambaleo, doy unos pasos hacia a tras, luces de colores aparecen en el techo, me siento mareado… fue un gran golpe. Me avispo nuevamente, siento en tibio y húmedo fluido recorrer por mis labios, saboreo la sangre que se derramo dentro de mi boca, la escupo. Limpio mis narices con el brazo… Otro golpe…
… esta vez soy mas listo, lo esquivo, cojo su brazo en movimiento con el mío izquierdo y en rápido movimiento lo cojo por la mollera, acto seguido estrello su rostro contra los lavamanos, lo suelto. El suelo empieza a recibir los primeros tributos de sangre. En aun mas veloz movimiento su pie alcanza mis riñones, el puntente se clava en mi costado, mi rodilla izquierda flaquea, toca suelo, entre mis brazos mantengo a su pierna, siento rabia, el dolor es demasiado, pero debo seguir, debo limpiar la sangre sucia en mi alma, debo compensar mi crimen de omisión, debo purgar mi pecado. Con un grito lo levanto del suelo sujetándole su pierna y con un giro lo hago estrellarse contra las puertas de los retretes, esta vez estaba enfadado, no me detengo, estoy en un estado fuera de mi, salto enzima de el. En ese instante un punzón a traviesa mi pierna, no grito. No tomo encuentra el dolor. Con fuerza pateo sus cabeza la cual se asota contra las baldosas, su nariz se revienta en el suelo. Lo cojo del pelo y llevo su cabeza a una puerta, la abro y lo dejo en el trayecto de esta… Otro punzón, ahora en mi pie, siento el calido fluir acumularse en mi zapato. Que importa, con la cabeza en donde quería, empiezo a azotarla con violencia, una, dos, tres veces. La puerta ahora es la que esta manchada, me detengo. Lo miro desde arriba con desprecio, el baño blanco acogía la cruel imagen, manchas por todos lados y el gran bulto sanguinolento botado en la cabina de unos de los baños. Respiro hondo y me volteo hacia mis compañeros, la batalla ya estaba concluida y mi sed de sangre saciada. Mis amigos me miran con satisfacción y orgullo, yo me siento orgulloso, restauraba el poco honor que me quedaba. Mis compañeros salen del baño, era hora de la huida. Yo por mientras enjuagaba mi rostro. Noto en mi pierna la una herida profunda pero de poco tamaño, la vendo con mi pañolón negro, recuerdo el dolor en mi pie y saco mi zapato, un sonido acuoso llega a mis oídos, lo ignoro, deben ser los espasmos de un cadáver muy golpeado. Sigo con mi investigación cuando una sombra cubre la herida que intentaba observar y una enorme gota de sangre muy oscura cae mi pie. Subo la mirada y me encuentro con el desfigurado rostro del bastardo quien me mostraba su real cara, la del monstruo que escondía su disfraz y que no había resistido a la golpiza, el hedor a podredumbre emanaba de su cuerpo y lograba ver por entre sus carnes machucadas su verdadera y oscura esencia, si, nuestro plan no era tan exagerado después de todo. Con lentitud su mano su clava en mi abdomen y logro divisar el compás ensartado, mi sangre no tarda en salir a ver que pasa y la rabia no demora en volver a mis manos. Si, los golpes nos mantenían lento a los dos y era una especie de antimilagro que el estuviera en pie, pero no como zombi, no me malinterpreten, era solo que su verdadero ser escapaba de su piel magullada con aquel extraño hedor… hedor que por lo demás me evocaba un odio mas haya de lo imaginable. Mi misión aun no se completaba y mi poco honor aun no se reestablecía y con un grito desaforado salto encima del bastardo oscuro y golpeo sus fauces con violecia, cae al suelo, sigo encima de el, uno golpe tras otro, la sangre comienza a salpicar de nuevo, mis dedos a fracturarse, el dolor me hubiese obligado a deterneme de no ser por que mis manos sujetan con fuerza su quijada y en un acto de barbarie es desprendida con todo los fluidos que esto indica, mis rostro es salpicado, el sujeto emite el grito mas grande que mis oídos habían escuchado y con su mandibula en mi mano derecha comienzo a golpearlo nuevamente, con sus propios dientes, desgarro su piel, sus ojos empiezan a desaparecer, su cuerpo deja de moverse, sus glóbulo izquierdo salta por los cielos, su cuenca pierde su forma y el cráneo desaparece entre sesos y carne. Mi mano no se detiene, pero mi falta de sangre comienza a ser efecto… mi cuerpo tambalea, y mi visión desvanece, un rayo de sol acaricia mi rostro, ya había amanecido… caigo al suelo en completa paz.
Despierto, tengo sueño, tomo desayuno, me despido de mis padres, me pongo el uniforme y salgo al colegio, estoy atrasado. Entro, saludo al inspector, continuo mi viaje a la sala de clases hasta que mis ojos se topan con el, lo miro a los ojos le estrecho la mano con fuerza, observo por un tiempo, siento las ganas de partirlo, apreso la mano con rabia y… y me digo a mi mismo… Soy un cobarde… Y continuo mi viaje, si tan solo matar no fuese ilegal…
Fin
texto extenso
Hace 10 años.
4 comentarios:
Holas esta bueno el relato aunque a veces como que te pones redundante en las descrpciones..y sobre lo que hablas en tu relato, bueno a veces hay que aprender a buscar formas mas sutiles de juscticia, recuerda que la venganza no es racional, y que como escuche alguna persona solo la racionalidad nos hace libre
wow
digamos que..intenso
buen relato...aunq concuerdo con el nico
nos vemos don caco
q este bien
xaleko
oooo loco muy buena tu historia....
a mi tb me a pasado a veces
concuerdo co los comentarios anteriores
pero primo tu tienes un gran don
no cualquiera escribe como tu
el relato tiene de todo suspenso terror
y sobre todo una gota de realidad
espero que algun dia sacie su sed de venganza
quizas no matando hay otras formas
esos insectos no merecen nuestro respeto....
bueno eso un beso chauuu
que tis bem
Para variar los comentarios...
"Como poetas hablaremos bajo el sutil humo, bajo la luces de neon que resuenan en la oscuridad del camino, pero no vacilaremos en el momento de tomar las armas y sacrificar nuestras vidas por los demas"
"El oscuro se esconde bajo los huesos del hombre mientras que consume nuestra y vuestra venganza como alimento...solo algo puede sacarlo y es la justica al par, una pelea justa por la cual luchar que llenara nuestros puños y nuestros versos de luz para iluminar al observador y al lector"
Saludos amigo y compañero, lo felicito.
Nos vemos mister
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